Animales y violencia de género.
En una situación de violencia de género, los animales pueden ser usados para hacer daño psicológico.
Aquellos que compartimos la vida con un animal de compañía conocemos perfectamente la vinculación afectiva que existe con ellos, más intensa aún cuando atravesamos por problemas o dificultades que nos afectan emocionalmente. En estos casos, los animales son un apoyo incondicional y eliminan una buena parte de la carga de soledad que nos abruma en ocasiones.
Para muchos de nosotros, los animales forman parte integrante esencial de nuestra familia.Y es por este motivo por el que si alguien nos amenaza con causarles un daño, esa amenaza causa miedo, angustia y daño psicológico. Y, si estos hechos se producen en el ámbito de una situación de violencia de género, los animales pueden ser usados, y de hecho lo son en muchos casos, como un elemento más de presión y de daño.
Ya existen muchos estudios que han detectado esta situación pero el confinamiento generado como consecuencia de la pandemia por la expansión del virus Covid-19 ha dejado datos más que significativos contrastados a través de las llamadas al télefono de atención a las víctimas 016. Un estudio revela que el ochenta por ciento de las mujeres maltratadas que son propietarias de mascotas aseguran que han recibido amenazas por parte de sus parejas dirigidas a hacer daño a sus animales. Y el cincuenta y cuatro por ciento de estas mujeres no denuncia por miedo a que dichas amenazas se hagan efectivas.
Algunas sentencias de nuestros tribunales ya han comenzado a recoger situaciones de violencia en cuyo curso se produce, además, el daño a un animal como, por ejemplo, dar patadas a un perro o provocar la muerte de un gato al estrellarlo contra el suelo. Estos hechos incrementan, sin duda alguna, el miedo y el dolor de la persona que está siendo maltratada.
Y, aunque desde nuestro punto de vista resulta evidente, también se encuentra avalado por estudios la clara relación que existe entre el maltrato animal y la violencia dentro del ámbito familiar. El maltrato habitual a los animales domésticos puede, y de hecho es en numerosos casos, un síntoma de que esa violencia puede desarrollarse o ya se está desarrollando en el ámbito familiar.
A pesar de todo ello, las normas que regulan la protección a las víctimas de violencia de género no contemplan, hasta el momento, ningún tipo de regulación en relación con los animales domésticos. No es que estos se encuentren totalmente desprotegidos. El abandono y el maltrato animal son delitos contemplados en nuestro Código Penal y también actuaciones prohibidas en todas las normas autonómicas y locales de protección de animales domésticos, además de su inclusión en los convenios internacionales de los que forma parte nuestro país. No obstante, esta regulación es general y no específica o relacionada con las situaciones de violencia contra la mujer.
Es por este motivo que el Gobierno ha anunciado, a través de la Ministra de Derechos Sociales, que está estudiando una reforma que contemple especialmente estas situaciones, al menos desde dos puntos de vista.
Por un lado, se pretende reformar el Código Penal de forma que el maltrato de la una mascota, el daño o la amenaza de daño, sea considerado agravante en los casos de violencia de género.
Por otro lado, se pretende incorporar la posibilidad de que se adopeten medidas concretas dentro de las cautelares que el juez puede aplicar ante una situación de violencia de género. Estas medidas de protección de los animales de compañía podrían llegar al decomiso preventivo del animal de forma que se ordene que salga de la casa de la víctima para vivir con ella o para ser llevado temporalmente a un centro de acogida, en todo caso fuera del alcance del agresor.
Este tipo de solución ya se está llevando a cabo por alguna plataforma que cuenta con programas que gestionan espacios seguros a los que los animales de las víctimas de violencia de género pueden acudir de forma temporal hasta que se estabilice la situación de sus dueñas y puedan regresar a un hogar seguro con ellas. Estos espacios suelen ser casas de acogida que prestan una alternativa habitacional al animal hasta que se solucione el problema familiar con todas las garantías de seguridad y confidencialidad.
No obstante, es importante que la reforma llegue hasta la ley y sean los jueces los que, a la hora de adoptar las diversas medidas de protección de las víctimas también contemplen a los animales pues, tal y como decíamos al principio, el daño psicológico que se puede realizar a la víctima a través de sus mascotas puede ser especialmente importante y grave.
Esta reforma, además, a nuestro juicio, debería incardinarse dentro de una más amplia que por fin lleve a nuestras normas la idea de que los animales no son cosas sino seres sintientes que merecen una protección jurídica adecuada, idea que, a pesar de los muchos intentos de reforma legislativa, aún no existe en nuestro derecho.