Primeros pasos tras una ruptura
Cómo estar en la mejor situación posible de cara a una separación judicial, divorcio o procedimiento de medidas paternofiliales.
Ningún final es idéntico. Cada pareja tiene su propia historia y su propia manera de ponerle fin. Y nunca es fácil. Las implicaciones emocionales se entremezclan con las decisiones que tienen que adoptarse, muchas de ellas con consecuencias legales, y no es sencillo separar ambos aspectos y pensar haciendo una valoración objetiva dependiendo de cómo se haya producido la ruptura,
En no pocas ocasiones, si la decisión de separarse no es algo meditado a lo largo de un tiempo sino que se produce como consecuencia de algún hecho repentino (como, por ejemplo, descubrir una infidelidad), la parte herida de la pareja puede actuar de forma impulsiva llevando a cabo acciones que pueden tener repercusiones negativas a medio o largo plazo para sus intereses.
Por este motivo, siempre nuestro primer consejo es no precipitarse, pese a que los sentimientos nos lleven a lo contrario, y consultar con un profesional antes de actuar. Y cuando decimos profesional no estamos pensando en una página Web, que puede avanzarnos cierta información general pero no va a resolver nuestro caso concreto, ni una comparación con lo que le ha ocurrido a un amigo, a un familiar, a un conocido... cuyas circunstancias pueden no tener nada que ver con nuestra situación personal.
Hablamos de concertar una cita con un abogado que sea experto en materia de familia. De esta forma, con un estudio completo de todas las circunstancias, podremos tener desde un inicio una visión de todas las cuestiones sobre las que se van a tener que adoptar medidas: tipo de ruptura, relaciones con los hijos comunes, pensión de alimentos, pensión compensatoria, uso de la vivienda familiar, cuidado y atención de las mascotas de la familia, liquidación, en su caso, del régimen económico... Por otro lado, todas ellas se interrelacionan entre sí y deben adoptarse no perdiendo nunca una premisa fundamental si existen hijos menores: sus intereses y bienestar.
Si este es el primer consejo, el segundo es igual de claro. Es importante solucionar todas las cuestiones legalmente a través del procedimiento correspondiente, que puede ser el de separación judicial o divorcio cuando la pareja está casada o de medidas paterno filiales si no están casados pero tienen hijos. No hay que dejarlo para después. Pongamos un ejemplo.
Imaginemos una pareja que rompe estando los dos de acuerdo, llevándose relativamente bien y sin que existan importantes discusiones en cuanto a cómo hacer las cosas estando separados. Comienzan su vida separada aplicando lo que entre ellos han acordado sin plantearse, por el momento, dar ningún paso legal.
Pasados unos meses, cualquier malentendido desencadena una discusión y entonces sí alguno de los dos da el paso de solicitar información sobre cómo separarse o divorciarse, o sobre como poner en marcha medidas paternofiliales si no está casado. Llegados a este punto puede tener una cierta importancia que durante un determinado número de meses se hayan estado aplicando unos pactos entre ellos, aunque no se hayan formalizado. Puede ocurrir que se hubieran podido establecer otras condiciones desde el principio más favorables y que, pasado un tiempo, aceptando otras, resulte más difícil modificarlas.
El tercer consejo guarda relación con los anteriores. Si contamos con ayuda legal desde el primer momento, el profesional que elijamos va a poder trazar una estrategia conjunta de todas las cuestiones que hay que resolver y negociar desde un primer momento con la otra parte. Es uno de los modos más eficaces para alcanzar un acuerdo, si la ruptura ha dejado una situación complicada emocionalmente. Las discusiones entre los dos miembros de la pareja evidentemente no ayudan a alcanzar acuerdos y, por otro lado, se pueden exigir o conceder cosas, en función de cuál sea nuestra situación, que no sean las que nos convienen desde un punto de vista jurídico. Es importante elegir un abogado en el que confiemos y permitir que sea él quien negocie y nos recomiende hasta dónde podemos llegar en esa negociación para alcanzar un acuerdo. Hay muchas ocasiones en que esto se consigue y, cuando no es posible, no queda más alternativa que la vía contenciosa (ya sea a través de un procedimiento de separación judicial, divorcio o de medidas paterno filiales según el caso).
Por último, si bien como hemos dicho no hay que dejar las soluciones para después, tampoco hay que precipitarse. Estudiar un asunto, negociarlo, cerrar un acuerdo o preparar la vía contenciosa lleva necesariamente un tiempo en el que hay que saber mantener la calma. El proceso de ruptura es precisamente un proceso. Lleva un tiempo transitar por él y superarlo. Pero pasa. Como todos los procesos en la vida. Salir lo mejor posible de él es importante por nuestra propia tranquilidad pero sobre todo por la de los hijos que pueda haber en común y que siempre supondrán un lazo entre los dos miembros de la pareja.
Y, como hemos ido explicando, todos estos consejos son igualmente aplicables a las rupturas cuando ha existido matrimonio y hablamos de separación o divorcio y cuando no ha existido matrimonio pero sí hijos comunes y es preciso adoptar idénticas medidas de cuidado y protección de los mismos, por medio de un procedimiento de medidas paterno filiales.
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